El Tiempo De La Conexión Con Uno Mismo
- Ruth Ross
- 28 ago 2019
- 2 Min. de lectura
Todo da vueltas, oleadas energéticas que van y vienen por doquier. Nuestros cuerpos físicos, mentales, emocionales hacen eclosión y purifican, limpian… ¿Quiénes somos? ¿Podemos reconocernos en aquellos que hemos sido en el pasado, acaso? ¿Podemos tener la absoluta certeza de hacia dónde estamos encaminados? La respuesta a estas dos últimas preguntas es “no”; ya no hay manera de ser “controladores” como antes lo hemos sido, los eventos, los acontecimientos, la gran purificación nos está obligando a “soltar, entregar, fluir, confiar” a vivir en “el aquí y el ahora” dejando que Dios, el Universo nos lleve en sus manos, teniendo la certeza de que nos llevará al lugar exacto a donde tengamos que estar. Ya no somos quienes hemos sido, somos mejores versiones de nosotros mismos, nuevas adaptaciones de seres más empoderados, seres sintientes y no pensantes, seres que vibran la energía cósmica y se entregan a ella, que escuchan a su interior y van conectando con la transmutaciones diarias tanto personales, como familiares, sociales, mundiales… Seres perceptivos, que están dispuestos a “no saber”. Seres que necesitamos más la conexión con nosotros mismos que con el exterior; que disfrutamos más del aislamiento y de la soledad que de la compañía, quien sea que esta sea, a los que nos cuesta vincularnos con energías que no resuenen con la nuestra…
Y en medio de todo estos procesos, nuestros cuerpos mutan y como si fuéramos un gran compendio de síntomas y hasta pareciera que los tenemos todos juntos… por supuesto habiendo comprobado que no hay ninguna patología… pero los síntomas de estos momentos pueden oscilar en mareos, dolores de cabeza, sentir como que no podemos controlar nuestro cuerpo, nauseas, depuraciones y limpiezas generales, mucosidad, resfrío, dolores en el cuerpo, fiebres, fríos y calores, vista nublada, hinchazón, dormir mucho o bien insomnio, falta de concentración… Y hay más… muchos más…
Por otro lado tenemos súbitos enojos, tristezas, sueños vívidos.
Es el tiempo de dejar que nuestro verdadero Ser se manifieste, de escuchar lo que nos dice a través de la intuición, de aceptar lo que nos viene por delante, de dejar ir desapegándonos por completo y de encaminarnos hacia la conquista de nuestros sueños en este, el gran, vibrante y emocionante camino de la evolución.
Namasté

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