La historia presente
- Ruth Ross
- 3 jul 2019
- 3 Min. de lectura
Por Ruth Ross
Alguna vez el Universo pensó en la Tierra como un planeta escuela. Un planeta experimental, un laboratorio en el cual sus habitantes tendrían libre albedrío y se regirían por todas las leyes universales. Un sitio en el cual, quienes lo ocuparan, cualesquiera fuera el momento histórico en que esto ocurriera, se olvidarían por completo de quienes eran y perderían la noción de que ellos tenían la luz y la raíz de la Fuente Divina en su interior, pudiendo vivir sus vidas con total plenitud, sabiduría, paz, felicidad y amor. A través de los tiempos, y siendo incapaces de recordar quienes eran y para que estaban en la Tierra, los individuos fueron oscureciéndose cada vez más, pulsando energías de victimización, manipulación, dolor, enfermedad, poder, violencia y miedo. La tercera dimensión los había absorbido por completo. Esa tercera dimensión en la que los habitantes planetarios no pueden ver, sentir ni creer más allá de sus narices. Un sitio adonde los sueños no son posibles en la gran mayoría de los casos y adonde la rutina diaria y los aprendizajes que fueron llegando a través de los grandes sistemas de creencias los fueron absorbiendo, cual si fueran máquinas sin ningún tipo de reacción contraria a lo previsible. La luz divina observaba continuamente las acciones y reacciones de cada uno de los sucesos que en el Planeta ocurrían. Viendo las conductas más espantosas. Guerras impiadosas, matanzas humanas por que sí, violaciones y todo tipo de violencia, tanto entre humanos como hacia los animales y hacia la misma Tierra. Viendo personas llorar o quejarse continuamente, sintiendo que nada podían hacer para cambiar sus situaciones. Viendo como el poder y las jerarquías de la oscuridad fueron encontrando la manera de ir absorbiendo energéticamente a las poblaciones de los distintos tiempos y espacios terrestres, enredándolos en grandes telas de araña de las cuales les sería imposible salir. Y así la oscuridad fue ganando espacio por mucho, mucho tiempo… Ocurrió que la luz en su observación se fue percatando de que poco a poco algunos seres comenzaban a sospechar que las cosas podían y debían ser diferentes. Y casi sin levantar demasiado la cabeza, fueron investigando, viendo, sintiendo… En un principio solos, pero luego se fueron uniendo a otros “locos” con sus mismas sensaciones. Allá por 1988, la luz, instaló en el planeta una rejilla magnética para acelerar los cambios luminosos y que cada vez fueran más y más las almas despertadas en este proceso, así ocurriría un gran cambio. Y… sobre estos tiempos que corren, el planeta Tierra pasaría por fin de la tercera dimensión de consciencia a la quinta. Evolucionando tanto el mundo como sus habitantes. Y en ese proceso se encuentra esta historia, nuestra historia. La del planeta que habitamos y la de cada uno de nosotros como individuos. Pero para llegar a concretar la totalidad del pase de una fase a la otra, primero hay que depurar todo aquello que energéticamente no vibra acorde con la quinta dimensión de consciencia. Todo aquello que vibra con una energía más baja que el amor y la luz. La Gaia se mueve, se reacomoda, da grandes sacudidas y muchos seres que eligieron partir aprovechan estos momentos intensos para estar en los lugares de esos avasallantes acontecimientos naturales. Otros eligen abandonar su camino de aprendizajes terrestres de cualquier manera que fuera. Pero… afortunadamente, hay personas que van aprendiendo desde la enfermedad, escuchando a sus cuerpos y sanando. Otras trabajan meditando continuamente. Algunas hacen cambios tan espectaculares en sus vidas que dejan atónitos a quienes los conocían. Las personas afortunadamente en su gran mayoría están recuperando la consciencia. Han, están y seguirán despertando. Eligen dejar de prestar atención a los oscuros que quieren utilizarlos para controlar sus mentes, para fluir de acuerdo a lo que sus seres les dictan. La humanidad está en medio del gran salto evolutivo. La humanidad y nuestra Gaia están llegando a ingresar a la quinta dimensión de consciencia. Nada es fácil… ni lo será… pero no hay ni habrá nunca jamás en las vidas de los habitantes de este amado planeta llamado Tierra que un sitio para vivir en total libertad, en paz, llenos de luz, de amor, aceptación, armonía y pudiendo cada uno simplemente desarrollarse como siente desde lo más profundo de su interior, que es y será feliz, empoderando al resto con su felicidad. Namaste

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