Saliendo de la oscuridad
- Ruth Ross
- 2 jul 2019
- 3 Min. de lectura
Por Ruth Ross
Existió alguna vez en nuestra galaxia un planeta en el que sus habitantes vivían dentro de un oscuro pozo. Ellos no se permitían ver la luz y sus mentes estaban presas de una gran ignorancia existencial. Nunca llegaban a ver más allá de sus narices. Eran netamente físicos y materiales, y solo creían en aquello que podían ver.
El ego, la violencia, el poder, la droga, el alcohol, el sexo y todo tipo de abusos, eran algo constante y de cada día. La infelicidad gobernaba cada uno de sus impotentes corazones.
De pronto, una tormenta cósmica llegó y comenzó a modificar la geografía galáctica transformándolo todo a su paso, y por supuesto, el planeta en cuestión no pudo mantenerse alejado de eso. Entonces, los habitantes de dicho lugar comenzaron a sentir los cambios que afectaban su hábitat, ya que un gran rayo violeta descendió desde lo alto tocando a todos y cubriéndolo todo. Poco a poco cada una de sus capas planetarias se fue metamorfoseando, y desde distintas partes del pozo planetario comenzaron a verse algo así como escaleras balcones, las cuales de a poco fueron permitiendo la aparición de algo otrora desconocido para estos seres, ya que una cosa nunca vista para ellos comenzó a vislumbrarse, ellos comenzaron a ver “la luz”. Para entonces la población entró en pánico y un gran caos reinó todo el lugar.
Algunos de estos seres comenzaron a desesperar, los movimientos planetarios eran cada vez más violentos, y si bien sus vidas eran tristes, oscuras e infelices, esto era todo lo que ellos conocían ya que esta era su propia basura y no estaban de acuerdo con modificar nada de ellos, por más que esos resquicios de luz les dejara entrever un futuro más promisorio y bueno de lo que había sido toda su vida. Pero para aceptar cambiar hay que ser sumamente valiente, y en el caso de la gran mayoría de este lugar, su resistencia a mutar fue brutal y en su gran mayoría comenzaron a agolparse unos encima de los otros, ¿buscando mantenerse a salvo?, en su tan conocida oscuridad. Así se fueron lastimando unos a otros. Algunos perdieron sus vidas en los duros combates por intentar mantener su pozo oscuro sin mediar en ellos modificación alguna e intentando conservar sus viejas estructuras.
Las tormentas galácticas del exterior y las duras batallas del interior planetario ayudaron a modificar aún más la contextura planetaria, y la aparición de estos balcones escalonados fue cada vez mayor, por lo que pronto el planeta se fue llenando de luz.
Solo unos pocos seres se fueron animando, entendiendo que quizás la luz sería mucho mejor, que quizás este cambio no les vendría nada mal después de todo, que debían confiar , que debían tener fe y entregarse a lo único que parecía la mejor y única salida que tenían por delante. Y con mucho, mucho miedo, fueron apoyando poco a poco sus pies, pisando con muchos nervios cada uno de los escalones y, cuando lograron salir del pozo, el gran premio los estaba esperando: una luz muy potente, un gran arco iris y una ciudad de cristal que los invitaba a ingresar para renacer en sus caminos despertando a una nueva oportunidad, aquella que los ayudaría a vivir conscientes de quienes eran, libres y en un camino lleno de verdad.
De los otros, de los que no se animaron, todo lo que se supo es que pagaron el costoso precio de querer conservar su sitio, de intentar mantener lo viejo, de vivir sujetos a un pasado inexistente el cual no volvería nunca más, y al cual se aferraron hasta último momento sin querer soltarlo ni dejarlo ir. Entonces, terminaron sepultados dentro de su propio pozo.
Su negación a las mejoras y a los cambios, su continuo actuar siempre desde la manipulación, utilizando el rol de víctimas, fue tal, que finalmente los terminó matando.
Moraleja: Lo mejor que podemos hacer en la vida es avanzar siempre hacia adelante y confiar, evitando los miedos que nos tapan, y entregando nuestros más anhelados sueños para poder habitar la ciudad de cristal llena de luz que resplandece dentro de nosotros y nos trae libertad.

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