Se abren las nuevas puertas
- Ruth Ross
- 3 jul 2019
- 3 Min. de lectura
Por Ruth Ross
Las puertas se van cerrando, una a una. Todo lo que ella creía su mundo conocido, iba saliendo de su vida. Las personas que conocía, en el mayor de los casos, estaban viviendo situaciones similares: divorcios, muertes, mudanzas, cambios laborales... Cambios profundos, profundísimos. Desapegos. Transformaciones. Movimientos tan intensos que dejaban a todos en una situación de vulnerabilidad absoluta. Un estado de volver a empezar luego de la devastación. Ella recordaba un libro que alguna vez había leído, uno llamado “Un cuento Chino” en el cual luego de un gran sismo en una ciudad de China, llamada Long Chan, su emperador tuvo que volver a empezar ayudando a reconstruir su pueblo, siendo uno más con sus súbditos, e integrándose en el proceso de renacer sin permitirse quedarse atado al sufrimiento de tan abrumadora pérdida. Algo le decía en su interior que a medida que las puertas que tenían que cerrarse, lo hicieran por completo, la luz de los nuevos comienzos se encendería, abriendo las nuevas puertas, ventanas, caminos y todo lo que hasta ese momento le venía siendo esquivo. De pronto y casi como por arte de magia, una luz interna se encendió y la hizo vibrar en alegría y regocijo. La certeza de que todo estaba y estaría en perfecto orden divino surgió de golpe iluminando todo su ser. De golpe solo sintió que estaba viajando sobre el arco iris. Todo lo anterior había quedado atrás y ya nada volvería a ser igual. En su esencia estaba guardada toda la historia, toda la memoria, toda la sabiduría. Cada uno de sus aprendizajes. Sus miedos, sus tristezas, sus dolores pasados siempre quedarían grabados en alguna parte, pero ahora totalmente saneados conscientemente. Ella había trabajado mucho para lograr que eso sucediera. Para poner luz en cada una de sus sombras, mutando en empoderamiento todo aquello que antes la había hecho poner de rodillas. Ella había entendido que debía de trabajar profundamente liberándose de todo lo que oprimía su corazón para lograr ascender en su camino evolutivo. Ella había visto como delante de sus narices cada gota oscura que la hubiera habitado, de cualesquiera que fueran sus vidas anteriores, y aún de esta vida que estaba viviendo, había resurgido para enseñarle y para que pudiera exorcizar cada instante de infelicidad, entendiendo, superando, liberando, transmutando, empoderándola en luz. Sus alegrías, sus logros, sus felicidades y sus certezas también fueron surgiendo una a una. De cada una de sus vidas pasadas comenzó a tener destellos de luz y de comprensión. Momentos de esta vida que está transitando en el hoy, surgen, se manifiestan y le enseñan cuando fue realmente feliz. Su verdadero ser se manifiesta en su completud. Le muestra quien es, quien fue, quien será. Le enseña de donde viene, donde está y hacia donde va. Ella es luz. Ella es maestría. Ella es consciencia. Ella es comprensión divina, magia, milagro viviente. Ella sabe. Ella recuerda. ELLA ES!!! Y entonces, como por arte de magia, el velo de lo desconocido se descorre. El otro lado del arco iris la espera colmado de puertas que se van abriendo una a una a su paso, mostrándole infinitos nuevos comienzos, todos llenos de alegría y felicidad. En su discernimiento interior ella comprende que manteniendo siempre ese estado sabrá exactamente por cual de las puertas entrar, por cual de los nuevos caminos avanzar. Ella está firme y segura. Ella está en paz. Respira sintiendo la unidad con la Fuente Divina. Sintiéndose parte del Todo. Sintiéndose una con el Universo todo. Sabiendo que mientras conserve esa certeza y esa comprensión interna, cada paso que de hacia lo nuevo, la invitará a encontrar un nuevo instante de felicidad, crecimiento y evolución en su vida. Ella sabe exactamente quien es y cual es su misión y como siempre lo ha hecho, ella, está dispuesta a cumplirla. Namaste!!!

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