Yo Soy
- Ruth Ross
- 3 jul 2019
- 3 Min. de lectura
Por Ruth Ross
Cierro los ojos y me adentro en las profundidades de mi ser. Allí, en el silencio, en la paz suprema, puedo oír el canto del espíritu de los miles de millones de ángeles encarnados en estos tiempos con forma de humanos en esta, nuestra Tierra.
Siento algo raro. Veo luces de colores. Una luz como de neón me invita a viajar y comienzo a ir y venir en torno de un gran devenir de grandes vueltas espiraladas, también olas que van y vienen ...
Algo que según los antiguos Mayas se denomina Suvuya.
Voy y vengo, vengo y voy, en mi viaje solo sé que YO SOY.
Me veo con diferentes ropajes, con distintos disfraces según el personaje que me toco interpretar en cada una de mis vidas, a veces soy niñ@, otras hombre, otras mujer, a veces pobre, otras ric@, pero siempre Soy.
El viaje se me hace interminable, me invita a verme en realidad. Me reconozco en una luz que pacta con la inmensidad bajar en estos tiempos en que la Luz trabaja asistiendo a la humanidad, para lograr la conquista de un mundo sin fronteras, en paz, en luz, en armonía.
Me veo junto a seres queridos de todos los tiempos, y aunque nuestras vestiduras han sido diferentes según las épocas, siempre, inexorablemente, logramos reencontrarnos y comenzar a trabajar de nuevo. Si nuestra relación fue mala, siempre viene luego una nueva posibilidad de crecimiento, de mejorar, de interpretar en este teatro que es la vida un personaje más evolucionado, que se perfeccione en el amor. Si en una vida nos hemos equivocado o no lo hemos hecho del todo bien, siempre tenemos una nueva posibilidad de bajar de nuevo a este planeta, para transitar las materias pendientes, para amar, para perdonar.
Ciclos que comienzan y otros que terminan, en unos somos héroes y heroínas, y en otros, simplemente los malos de la película. Pero en todos los casos somos meros aprendices en este camino hacia la evolución.
Mi viaje continúa, siento que subo y bajo como si estuviera en una montaña rusa. Las imágenes y proyecciones de mis vidas, pasadas, presentes y futuras son una, y yo solo SOY.
Entre otras vidas, el espiral me muestra como una madre judía de 15 años que es muerta frente a su pequeño hijo, por una bala árabe; en otra, fui árabe e hice daño a los judíos, me vi también como madama en un prostíbulo, como india Comechingona, he vendido negros en un barco, estuve en la época de las cruzadas, viví en la Inglaterra del romanticismo, morí en las cámaras de gas. Y, la mejor de todas las vueltas me muestra siendo la pequeña hija de la mejor de las Madres que podría haber existido y estando muy cerca de un Maestro supremo, quienes me enseñaron el arte de amar profundamente.
La vida y la muerte, todo es un giro constante, un vuelo mágico en el que el espíritu pierde la libertad de sus alas por un tiempo al nacer a la vida terrestre y encerrarse en un cuerpo de tercera dimensión; trae una misión que cumplir en cada vida, pero no más al inspirar la primera bocanada de aire terrestre, pierde totalmente la memoria y comienza a trabajar desde el libre albedrío, y allí, si no despierta y recuerda, comienza la gran confusión.
¡Oh!, el Suvuya avanza. ¡Veo mucha más luz a mi alrededor!
Veo a nuestra Tierra, humanos que conviven integrados con animales feroces, los que ahora son tan dóciles cual si fueran pequeños gatitos.
Hay lagos con un agua limpia, cristalina, hay cascadas, hay sol. El aroma y el colorido de las flores es increíble. Todo es paz, dicha , armonía. Se vive en un inmenso amor. Ya no hay fronteras.
Veo naves, veo seres de luz de todas las jerarquías; veo a Jesús.
Vuelvo a recomenzar mi viaje.
Voy y vengo, vengo y voy, ¿quién soy? ¿qué me pasó? ¿fue un sueño, realidad o delirio?.
Abro nuevamente los ojos y observo, me encuentro a mi misma, a esta que soy hoy, pero tengo una certeza... SOY LA QUE SOY
Un Maestro una vez me dijo: “YO SOY LA VIDA DE TODAS LAS VIDAS , VIBRANDO AL COMPÁS DE LAS ENERGÍAS CÓSMICAS EN LA LUZ”

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